La noticia se posesionó desde el primer día que se comentó de esta gesta. Sabíamos que en la cima del cerro Huayllahuacran se erguía una cruz como signo de cristiandad para todos los pobladores de Huancaya y Yauyos, sobre la cual se sostiene la fe y se manifiesta en sus indistintas festividades. Este relato es el registro de lo acontecido en aquella travesía inolvidable del 05 de mayo de 2018.
1. leyenda de Huayllahuacran:

La tierra de los Yauyos en sus inicios a estado dominado por Huallallo Carhuincho, que obligaba anualmente a cada nueva pareja en Huancaya que, para tener prosperidad en sus actividades ganaderas, agrícolas y comerciales, tenían que dar en pago a un hijo primogénito, la cual sería dejado con su mejor vestimenta en el lugar de Atau Pata, mientras los pobladores tenían que acompañar con música local y libando. Después de algún corto tiempo, un cóndor descendía del cerro Huayllahuacran y se llevaba al vástago a su cueva para alimentarse. Este acto de pago se realizó por muchos años, limitando el crecimiento demográfico y generando el temor colectivo.  

Con la gesta de rebeldía y después de una incesante batalla en la que Pariacaca vence y expulsa a Huallallo Carhuincho a tierra de los huancas, se cambiaron muchas de estas prácticas por considerarse inhumano y salvaje, y se consideran más los pagos en animales y productos cultivables a los Apus. Posteriormente, con la llegada de la invasión española, y utilizando el poder de la fe cristiana, se empieza a practicar el adoctrinamiento en modo de extirpación de idolatrías, perdiéndose esta práctica de ofrenda; y para “supuestamente” detener el poder y la furia de los apus, los moradores de Huancaya trasladan una cruz, la cual es colocada en la cima del cerro; y mientras se afanaban en su colocación escuchan un estrepitoso ruido, similar al que se producía cuando se realizaba el sacrificio humano, pudiendo avistar un oscuro cóndor que salía de una cueva y eleva en vertiginoso vuelo y rasgando las alas huye y se dirige al oeste, llegando a posarse en un cerro en las alturas del pueblo de Carampoma en Huarochiri.

Sin embargo, esta es una leyenda que puede tener distracciones. Es preferible entender que los pobladores huancayanos veneraban al Apu Huayllahuacran, al cual le realizaban ofrendas y no pagos como signo de prosperidad. Pero con la llegada de los españoles, se recrea e inventan discursos sobre los apus y se las margina en continuar con estas costumbres ancestrales. La religión ataca a sus dioses principales y destruyen todo signo de culto (huacas, apachetas, mallquis, lugar de adoratorios y ofrendas), y en respuestas sitúan cruces en diferentes puntos como se puede ver hasta la actualidad en diferentes lugares de Huancaya y Yauyos: Tirapalo, Cruz punta, Cumus pata, Tapo punta, Huanca cruz, Ventanilla, entre otros; y afianza la reconstrucción de la iglesia con fiel modelo español en 1790.

2. Huayllahuacran y cóndor andino:

El nombre del cerro Huayllahuacran significa HUAYLLA: lugar donde crece flores silvestres y plantas de gramínea “Ichu” (paja), y HUACRAN “Waqra” (cuerno). En suma, significa cerro en forma de cuernos donde crece y florea abundante Ichu y flores silvestres.  

El cerro Huayllahuacran desde la antigüedad ha gozado de gran consideración de la población al ser considerado un guardián protector de los pueblos que se estaban formando a sus pies. El cerro siempre ha actuado como pararrayos natural, conteniendo la furia del “Illapa” (rayos y truenos) que no llego a los pueblos gracias a esta defensa natural, motivo por el cual es respetado y venerado. Asimismo, el cerro también es relacionado por ser un posadero natural del cóndor andino, ave mítica que representa en la zona andina la maldición y otras ingratas creencias.

3. Comunidad Campesina y Asociación de Turismo de Huancaya:

La Comunidad Campesina de Huancaya y la Asociación de turismo, con el apoyo y compromiso de hijos huancayanos que viven fuera del terruño, decidieron realizar el traslado de una cruz de 5 metros de largo desde el pueblo hasta la cima del cerro Huayllahuacran, con la finalidad de recapitular la herencia religiosa de la localidad y, a su vez generar un nuevo destino turístico en modo de peregrinación para los pobladores y visitantes. Se inicio el día 4 de mayo con la misa y el velatorio de la cruz en la iglesia y el local comunal; y el día 5 se realizó la peregrinación con el trasladó de misma, con la participación de la mayoría de la población local, hijos residentes en diferentes ciudades, visitantes y periodistas.  

Para el traslado de la cruz, la Comunidad Campesina se organizó en base a su histórica 4 cuadrillas. Ellos son comuneros dedicados a la actividad agrícola y ganadera, y ya por varios años a la actividad turística. Cada cuadrilla tiene un promedio de 15 comuneros, quienes distribuidos en diversos tramos fueron relevándose el peso de la cruz hasta el punto final. Cabe recalcar que la presencia de las cuadrillas con mayor numerosidad en aquellos años fue determinante en la apertura de la carretera de Puzucancha hasta el distrito de Huancaya en la década de siglo XX.

El día 5, se inició con la ofrenda al Apu Huayllahuacran de parte de los oferentes y las autoridades comunales y de la Asociación de turismo desde el lugar conocido de Atau (Atao) o también conocido como la “Portada de Huancaya”. Desde el tramo de Chipirique las cuadrillas demostraron en el estridente ascenso: valentía, coraje, fuerza y decisión. Animados en diferentes tramos de descanso por la coca, cigarros, refrescos y el infaltable licor, demostraron que “cuando el pueblo se decide lo hace”, y esta gesta se logra “hoy o nunca”.

Los comuneros son la célula viva que han engrandecido el desarrollo de la localidad. Subir acompañando la peregrinación, sin cargar objetos pesados, es una demostración de entereza; pero subir cargando la cruz por espacios largos y accidentados es la muestra viva de resistencia y vitalidad de compromiso que siempre ha caracterizado a los comuneros del Perú profundo. El reto a cumplir fue: dinamizar la actividad turística con fe religiosa.

Las mujeres son otra muestra singular de trabajo comunal. Ellas representan el empuje y el soporte que necesitan los varones para cumplir los retos propuestos. Ellas llevan sobre sus espaldas, la manta labrada con la comida caliente que fue preparado desde la madrugada de sus hogares, que llegado el momento adecuado se tendera la mesa sobre el pasto de la altura de la puna, y se servirá la “Shacta” del cual todos tienen que alimentarse sin distingo de cercanía familiar o de diferencia cronológica. Es un compartir general, que se conserva ancestralmente y tiene mucha vitalidad en los pueblos de Yauyos.

4. Actores involucrados y ruta de recorrido:

Es necesario hacer un reconocimiento a todas las personas que permitieron con su apoyo en organización y acompañamiento para que este logro se cristalice. Varones: Eugenio Fernández Salhuana, Leónidas Salazar Basurto, Félix Lara Salazar, Arturo Lara Alejandro, Antonino Abarca Fernández, Alfredo Alejandro Pérez, Waldir Matos Zenteno, José Matos Zenteno, Johin Giles Llacza, Antonio Chipana Colonio, Noe Palomares Matos, Arnaldo Alejandro Matos, Gaudencio Palomares Pérez, Solis Sandoval Cairo, Paul Crispín Salazar, Calin Chipana Ravichagua, Prospero Cañari Fernández, Víctor Alejandro Hilario, Julio Rojas Reynoso, Robledo Sandoval Damián, Fredy Reynoso Salazar, Homero Fernández Ravichagua, Félix Canchanya Torres, Heladio Rivera Mallma, Percy Lara Salazar, Canter Crispín Salazar, Darwin Sandoval Olivera, Jerson Olivera Gago, Arnaldo Sandoval Cairo, Vicente Nalvarte Saravia, Vicente Nalvarte Reynoso, Marco Fernández Matos, Jorge Gamión Abarca, Jhonatan Salazar Fernández, Fidel Obispo Zenteno, Roberson Cerrón Casayo, John Salvador Malpartida, Kenyi Prado Salazar y Carlos Cuellar. Entre las mujeres: Sonia Fernández Gago, Doria Alejandro Matos, Betty Alejandro Quiñones, Pilar Quiñones, Enma Matos Santos, Nérida Matos Santos, Isabel Lozano Alejandro, Amelia Alejandro Matos, Ena Reynoso Salazar, Marusca Salazar Fernández, Tula Fernández Salhuana, Luisa Mallma, Bertha Salazar Basurto, Carmen Zenteno Lozano, Zulema Gamión Abarca, Carmen Blancas Abarca, Vanesa Castro Salazar, Deysi Castro Salazar, Edelmira Salazar Fernández, Dennys Quispe Alejandro, Maruja Miranda Ravichagua, Sheyla Crispin Rivera y Jhoselin Alejandro Gamión. De igual manera estuvieron presentes en el acompañamiento menores de edad que superaron la agotadora caminata: Samir Rivera Palomares (8), Frank Quispe Chipana (9), Leonel Rojas Cerrón (9), Cristofer Sandoval Granados (10), Diego Rojas Cerrón (7), Angel Ravichagua Gargate (11), Jenifer Olivera Castro (13), Abigail Canchanya Avila (10) y Cielo Echevarría Blancas (10). Igualmente se contó con el acompañamiento de productores del programa Enruta de Nextv: Percy Rojas Novoa y Yazari Moreno. 

La ruta para el traslado de la cruz fue la siguiente: Huancaya, Atao, Shocopara, Puente, Candanacucho, Tucuhuain, Jinagua, Quiriano, Chipirique, Chilcamachay, Llutpe, Jaqchin, Jaqchin pata, Huacuya, Pataracancha, Portillo de Uco, Vilcamantan, Acullpana, Huishca rangra y finalmente el imponente Huayllahuacran.

Pasado las 4 de tarde, ya sobre la cúspide del Apu Huayllahuacran, con la algarabía plena de haber conseguido el cometido, se entonaron canciones a viva voz, y se bailó las coronguinas al son de músicos huancayanos. Se degusto las mejores ofrendas de licor, contemplando el estrepitoso frio que carcomía la más osada valentía. Después de tener un prolongado tiempo de disfrute con fotos, videos y acercamiento a la pendiente para avistar Huancaya y el pueblo hermano de Vitis, lentamente empezó a descender con mayor fuerza la nostálgica lluvia y nevada, acompañado de los gruñidos rayos, generando el temor multitudinario.

En fin, con el logro cometido de haber llegado, las fotografías inmortalizadas de sosegarse y tener como fondo en las profundidades rocosas el paisaje de Huancaya y la indestructible belleza de su río cañete, acompañado del colorido del puente de Calycanto y la hermosura de las andenerías de Huayaray, Huancaya pata, Ahuayco, Jupa y el imponente Apu de Hincha punta, además de la frondosa cresta del nevado Pariacaca en las alturas del distrito de Tanta y de los lugares aledaños y lejanos de la serranía de Yauyos y Huarochiri. Entonces con la hazaña conseguida, habría que emprender el retorno, puesto que las avanzadas horas y la espesura de la neblina a esa altitud ocultaba el endeble camino de regreso.

5. Los 13 de Huayllahuacran:
Con la mayoría de los acompañantes ausentes, y pasado algunos minutos de las 5 de la tarde, y después de batallar contra la dureza de la roca para obtener el hoyo, alejamos las bromas por unos instantes, y con sigilosa seriedad y elevado temor se pudo levantar la cruz en medio de la nevada sostenida en los sombreros, los ponchos y prendas de los habituados gestores. Después del hecho, a cuestas de una inmensa celebración, contamos la cantidad de personas que habían quedado para la culminación del objetivo inicial, siendo únicamente trece varones, quienes se hicieron llamar “los 13 de Huayllahuacran”, ellos son: Arturo Lara Alejandro, Antonino Abarca Fernández, Noe Palomares Matos, Félix Canchanya Torres, Jhonatan Salazar Fernández, Canter Crispín Salazar, Marco Fernández Salhuana, Arnaldo Sandoval Cairo, Percy Lara Salazar, Homero Fernández Ravichagua, Darwin Sandoval Olivera, Jorge Gamión Abarca y Fidel Obispo Zenteno. El cometido reafirmó la identidad huancayana y se solidificó con el gritó por tres veces desde la altura y lejanía como vivas de logro y triunfo conseguido. El lugar donde está asentada la cruz está al lado sur del cerro a una altura promedio de 4,800 m.s.n.m.
6. Para despedir:

Los trece de Huayllahuacran emprendieron el camino de retorno, entre resbalones y sujetadas del hichu para no caer. Fueron sorprendidos por la oscuridad en la cercanía a la estancia de Vilcamantan. Con una ruta aún distante, en el trajín pudimos encontrar a algunas personas que batallaban con el cansancio por regresar. Los periodistas que habían acompañado el proceso, afrontaban lo rendido de sus cuerpos, y en conjunto, libando lo poco que había quedado se continuo sin miramientos de retroceso. Desde el portillo de Uco se cargó en modo de camilla a la periodista, y luego en la espalda hasta Chipirique, mientras que al camarógrafo tomándole de la mano se le guiaba por lo escabroso del camino de Jaqchin. En algunos tramos de este regreso, pudimos interpretar algunas inmortales coronguinas, cantada por todos los acompañantes en representación de la alegría que los acontecía. 

Después de más de doce horas de camina de cuestas escarpadas, lomas y quebradas de hichu, riachuelos, y distinguidos paisajes por los caminos de nuestros ancestros, se puedo conseguir el cometido, y ahora desde cualquier punto de ubicación de Huancaya se puede distinguir la cruz erguida en un punto estratégico, la cual está constantemente acompañada del vuelo cauteloso de los cóndores que celan aquella presencia, y que satisface la vista de los pobladores y visitantes de una audacia asumida y conseguida un 05 de mayo de 2018 como un hecho histórico en el recuerdo de todo aquel que estuvo presente.

Esta alegría volverá a repetirse el año 2019, en la que ya existen compromisos asumidos de diferentes personalidades y una inquietante ansiedad para que llegue el momento de volver a ascender al majestuoso Apu Huayllahuacran.


Columna escrita para la Revista de Juventud huancayana “El Edén”