ACTITUDES Y ARGUMENTOS SOBRE LA CORRIDA DE TOROS EN EL PERÚ
Creo estar seguro que, en estos momentos, en alguna parte del mundo se está llevando a cabo alguna corrida de toros, o alguna diversión con estos animales.
Matar un vacuno en el Perú por enfermedad o para uso comestible no es criticable ni penado por ley, aunque en países como la India generaría todo un revuelo de sus costumbres porque le guardan devoción por ser un animal sagrado; ¿pero? utilizar al animal en el caso peruano para corrida de toros no es una costumbre, sino una manifestación de un país débilmente humanitario y aún más débilmente identificado con el cuidado de los animales de su sufrimiento y dolor.
La “tradición histórica” que defienden los impulsadores, toreros, criadores, empresas auspiciadoras sustentan que el toro no siente dolor y está criado para atacar a las personas, y que por su condición de embestir es malo por naturaleza, así que lo tomaron para divertir y divertirse; todo un argumento sin sustento científico ni humano. Mientras los que se presentan en la otra vereda (defensores de la condición animal del toro) ofrecen argumentos científicos y cobran mayor acogida en el Perú y el mundo.
Los seres humanos al igual que los animales somos seres que sentimos dolor y sufrimiento, sentimos quién es bueno y malo. Y el toro en el ruedo, frente a un grupo de agresores que los incitan a ponerse bravo al clavarle las banderillas y cansarlo con una capa de color rojo, que lo enfrentan además con un caballo y un jinete que le pica constantemente el lomo con una lanza ocasionándole heridas profundas, que utiliza necesariamente como medio de defensa el ataque porque sabe que si no hace eso será castigado aún más; un acto que cualquier humano imitaría.
Después de derrochar energía, valentía y “arte” y haber logrado que el público se emocione con tales proezas, el matador sale al frente hace unos cuantos movimientos de torero experto, se enfrenta como diciéndole y un público que aplaude mientras el matador perfila su espada sobre un animal rendido que no le queda más remedio que permanecer erguido; no obstante podría ser bueno que en el instante muera, sino que empieza a bramar con el cuerpo ensangrentado como quien pide auxilio o da signos de dolor; pero nada de eso sucede hasta que uno del grupo se acerca con un piquete y se la clave en la nuca aunque muchas veces eso no funciona y de varios intentos más recién muere; para luego cortarle la oreja o el rabo que enorgullece al matador y se hace de un logro más, avivando en el público en senda de aplausos, una sensación de goce perfecto. Una vez muerto el animal, las mulas o caballos lo arrastran para luego extraer de su cuerpo la mejor carne para la venta en los diversos mercados.
Ésta y muchas otras cosas más suceden con el animal. Sin embargo, lo que debe importarnos es que actos como estos no deben volver a suceder, no sólo se da en este aspecto, sino también en otras formas como Yawar Fiesta en donde se amarra duramente un cóndor sobre un toro con el lomo cortado para que el ave hambriento empiece a picar la carne, ocasionando la euforia de la población. Otro, el Gallo o Jala Pato, donde sobre un arco de amarra al animal de las patas, para que los jinetes en filas pasen a velocidad con la mano en alto, para extraer la cabeza del cuerpo; o la pelea de gallos navajeros en donde uno tiene que matar al otro utilizando las navajas filosas que le amarran a las patas. Toda una diversión de satisfacción.
Entiendo que la iniciativa por concienciar a la población, por dejar de practicarla o darles otro sentido a estas fiestas, debe de ser emprendida sin resistencia alguna, se debe de ocasionar un estado de ánimo en la población para romper o cambiar sus patrones culturas que tanto se resisten a ser modificados. Se debe de realizar un juramento hipocrático apócrifo que genere estar convencido de que ningún animal tenga que sufrir y morir; no debemos permitir que esto siga sucediendo, luchar por su bienestar es nuestra tarea.
Publicado en la revista virtual de México Saber sin fin.