Reflexiones sobre la TV basura y la educación
“El hombre es el animal que defiende esforzadamente la basura, y entre todos los animales que defienden de ella es el campeón. (Es) el que más consume y difunde, con más ahínco y entusiasmo…” MARCO AURELIO DENEGRÍ.
Se han tejido discurso en pro y contra sobre la televisión (tv) basura. Es una clara manifestación de que nuestra sociedad está crisis y por consiguiente si nuestros entes reguladores no funcionan, desde las calles y la academia se tiene que actuar para corregir este mal. En el presente texto proporcionaremos algunos alcances para comprender la influencia y responsabilidad que tiene la tv en el público receptor (niños, adolescentes y jóvenes) mayoritariamente.
La televisión debe entenderse “… no como un instrumento sino como un espacio que permite construir relaciones y sentidos validos educativamente para el niño (adolescente y joven) de donde extrae enseñanzas para orientar su crecimiento y su integración social (…) A la vez, la televisión parcela al televidente, lo ve sólo desde el lugar, el del entretenimiento, incentivando las gratificaciones para poder obtener la recompensa del raiting y la ganancia.” Y la tv basura vendría a ser una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escandalo como palancas de atracción de la audiencia, contemplada por el sistema neoliberal desde la década de 1990 por la uni-direcionalidad de programas.
Los entes reguladores están para leerse, conocerse, difundirse, más no para ejecutase. El artículo 14 de la Constitución política del Perú indica que los medios de comunicación social deben de colaborar con el Estado en la educación y la formación moral y cultural de las personas. Por su parte la Ley de radio y televisión del Perú, 2004 (Nº 28278) en su artículo 40 menciona que la programación que se transmita en el horario familiar (6:00 am a 10 pm) debe evitar los contenidos violentos, obscenos o de otra índole, que puedan afectar los valores inherentes a la familia, los niños y adolescentes. Precisamente, todo lo contrario a lo que habitualmente vemos en las pantallas de los canales de televisión con mayor sintonía.
La mayoría de los programas peruanos han encontrado en la tv la lamparita mágica para ofertarla al público. Inician desde la madrugada con noticias de muertes, robos, violencia, maltratos, sangre, accidentes, como si únicamente sobre eso giraría nuestra realidad; continúan con sobredosis de espectáculo que no es otra cosa que la farándula barata; luego te presentan novelas fantasiosas que juegan con tu sensibilidad y; complementan su programación con programas concurso donde sobreexponen el cuerpo casi desnudo de la mujer y el varón, inmiscuyéndose de manera descarnada en sus vidas privadas y en su endeble grado cultural, quitando valiosos minutos a los temas que verdaderamente importan al país: Como resultado, el televidente termina dinamitado mentalmente, incitado a la violencia y a la morbosidad; adormecido en su sensibilidad, sin capacidad de orientación, raciocinio y critica. Entonces, en términos de Marco Aurelio Denegri diríamos que estos programas no son entretenimiento, sino embrutecimiento.
Una responsabilidad que no abarca únicamente a los conductores de los programas, los modelos que en ella se desenvuelven o los camarógrafos; sino que "Hay docenas de personas involucradas en esto de hacer mala TV. Docenas, con nombre y apellido: productores de contenidos, productores periodísticos… y la vienen haciendo hace años, y se reciclan. Pero como no dan la cara, nadie los conoce y pasan piola. Los generadores de contenidos (y obviamente los dueños de canales que los contratan) son los que crean todo este rollo…” Eduardo Adrianzén.
La tv es un motor fuerte en inducir mensajes y en trasmitir conductas; por lo mismo los diferentes programas en la tv tienen una gran responsabilidad social con el público que la consume. Diferentes voces indican que la tv solo entretiene, mas no educa. No es del todo cierto, ya que la educación es un proceso constante de interrelación; y la tv para el espectador cumple esa función; porque a través del contenido se conoce, se descubre, se aprende, se imita, se coge valores, modos y se condiciona comportamientos. Por lo tanto, quiérase o no, la tv educa, no en el sentido exacto de las escuelas, sino en el modo de interrelación que se teje entre el contenido y el televidente. Cuando se ve tv se divierte y se goza, pero fundamentalmente se aprende; lo que se va construyendo frente a la pantalla interactúa con el desarrollo de nuestra personalidad y con nuestro procesos de socialización. Desde la pantalla se observa a la sociedad, se va extrayendo sentidos útiles para las formas de nuestro ser, pensar, sentir y comunicar. Frente a esto la tv deshace los pocos esfuerzos que la escuela hace.
Hay comunidades en las zonas rurales donde únicamente hay uno o dos canales de señal abierta, en ambos casos se dan los programas concurso y no hay más para escoger y por lógica tienen que ver esos programas. Recuerdo que en una comunidad de pobreza en nuestro departamento de Junín se cortó la señal de TV por tres días, al cuarto día las mujeres y los niños fueron a quejarse a la autoridad local, en medio del griterío, pude escuchar claramente decir a una señora “Alcalde ya me voy a enfermar, ya me voy a volver loca, si no veo mi al fondo hay sitio, esto es guerra o combate, no sé qué va a ser de mí, soluciónelo de una vez”.
Entonces, llegamos a una primigenia hipótesis: El problema de la televisión peruana es i) la violación de lo que dice las normas reguladoras y ii) la falta de variedad en el contenido de los programas. La escasez de contenidos diversos ubica a la programación cultural en una posición minúscula, que obliga a los niños, adolescentes y jóvenes que necesitan de señales y guías para saber cómo desenvolverse ante el desconocido y seductor universo de experiencias que es la vida a no tener más alternativa que sumergirse consumiendo este tipo de programas. Como consecuencia, se está desorientando al consumidor de la tv; se les está instando a vivir en una situación que no es real ni importante, pero que las empresas las hacen ver como únicas.
Frente a ello, que nos queda por hacer:
Respetar y cumplir con el artículo 14 de la Constitución política del Perú. Con la Ley N° Nº 28278, especialmente en su artículo 40.
Que el Estado impulse programas culturales para cada generación de nuestra población. Nos merecemos ver programas de entretenimiento de calidad y de un éxito cultural en sus diversos espacios. Para ello se debe evitar la concentración de los medios de comunicación en pocas empresas.
No basta una movilización, se requieren muchas movilizaciones que no solo involucren a algunos jóvenes que tienen un pensamiento crítico. Es necesario que se movilicen las APAFAs en compañía a sus hijos, que se movilicen los docentes en todos sus niveles, que se movilicen en general las autoridades. Y en medio de aquellas protestas se deben presentar nuevos proyectos que entretengan y eduquen al televidente.