(DES)ENTENDIENDO EL FUTBOL
Aproximaciones desde las Ciencias Sociales
El fútbol es un hecho sociocultural, un espectáculo de masas y un fenómeno social a escala global.
La realización del mundial de fútbol en Brasil 2014 —al margen de las emotividades generadas, de los desenfrenos de goleadas suministradas y recibidas, de las individualidades, del nacimiento de nuevas estrellas del balompié, y de las sorpresas de equipos que recomponen el ranking de los mejores del mundo—, posesionan a este deporte de sobremanera que merece ser estudiada desde el lente de las ciencias sociales.
El fútbol se ha convertido en patrimonio de la mayoría de los países que lo practican como hobby o como profesión; sobrepasa la dimensión de lo masculino y se dinamiza con mayor dedicación en el escenario femenino. La representación del fútbol escenifica una constante batalla, donde no es obligatorio que muera el cuerpo, sino el honor del vencido. Lo difícil que es introducir el balón (objeto codiciado en el juego) sobre la portería del oponente y defender el propio, hace que se requiera de un proyecto colectivo de estrategias más que de chispazos individuales.
El fútbol es un hecho sociocultural, un espectáculo de masas y un fenómeno social a escala global. Es un arma poderosa de canalización en la construcción de identidades subjetivas que se reconfigura en las colectividades mediante la búsqueda de pertenencia. El fútbol como parte del proceso de globalización suscita la desterritorialización de la identidad: se puede ser hincha de un equipo o deportista de tu localidad y/o país, pero también se es hincha de deportistas y de equipos de trascendencia mundial. Entonces la identidad es un constructo móvil constante que está en permanente reconstrucción.
Cuando el equipo de fútbol con el que uno se identifica logra la victoria sobre el adversario, reaviva los sentimientos de pertenencia e identidad. El gol se expresa en el máximo logro de triunfo y superioridad, que sirve para construirse un prestigio en función de la victoria sobre el otro. El fútbol como tal, deviene en un sentimiento que tiene el menor grado de abandono en la vida humana: puedes mutar de ideario político, nacionalidad, pareja, propiedad, pero difícilmente de tu equipo o selección.
La historia del fútbol se remonta al suburbio de la ciudad, del cual la clase obrera se apropia y en la actualidad es arrebatada por los tentáculos del mercado. En este escenario surge la interrogante: ¿es el fútbol únicamente un deporte o un negocio que sobrepasa las fronteras de lo local y nacional?
Mi hipótesis es que vamos camino a una sociedad con más fútbol y el fútbol más vinculado a un negocio plagado de excesos económicos. La FIFA ha demostrado ser una organización supranacional, mafiosa y corrupta, que convirtió al fútbol en un artefacto de gran rentabilidad para hacer negocios a nivel mundial, para beneficiar a las empresas globales que defienden la libre competencia del mercado bajo su lógica monopólica. Las compañías telefónicas y de telecomunicaciones, bancos, supermercados, marcas de automóviles, están usando el fútbol como recurso para su publicidad que busca el consumo desmedido de la población: “consumo luego existo”, promoviendo el emprendimiento individual del neoliberalismo de forma eficiente que se manifiestan ante los ojos complacientes de la sociedad.
Por lo tanto, se entiende que hay un fútbol opresor que aspira a colonizar los corazones y mentes de los más pobres; pero también hay un fútbol oculto, liberador que como aura emancipadora estremece el alma popular, llenándola de afirmación y orgullo. Entonces la FIFA debe democratizarse, transparentar su gestión y combatir la corrupción desde los micro y macro clubes dedicados a este negocio. Los sectores dominantes usan el fútbol para callar y subyugar; más bien se debería usar para gritar, para exigir un país y un mundo más justo y accesible, preferentemente para los que menos tienen.
Para concluir, ¿el fútbol es en la actualidad el opio del pueblo? En este caso, sería también el opio de las élites, ya que ellos también lo ven, lo disfrutan y lo consumen. Si creemos que este deporte narcotiza a la población, entonces también hay que admitir que el sexo, las novelas de TV, las fiestas mundanas, la cerveza y las drogas también son opios de la humanidad. No obstante, desde todas las fronteras del mundo, al fútbol se ama y se odia, se admira y se abomina desde los estadios, las calles, etc.
Publicado en la Revista "Incontrastable" Setiembre de 2014. Año 1, N° 5, p. 27. Huancayo.